El nombre de Charles Manson deja indiferente a pocas personas en el mundo.
Para muchos, el líder y cerebro de la llamada familia Manson, un grupo que cometió sangrientos asesinatos en una espiral de violencia durante 1969, es la representación del mal.
¿Por qué la obsesión con Charles Manson?
Condenado a cadena perpetua por la muerte de la actriz Sharon Tate, embarazada de 8 meses y casada con el director de cine Roman Polanski, y otras seis personas, Manson murió esta semana en un hospital del valle central de California.
Según las autoridades del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California, fue por causas naturales. Tenía 83 años.
Él representó una mezcla de temor, repulsión y fascinación
Fue uno de los criminales más famosos de Estados Unidos y recibía miles de cartas en prisión. Su figura cautivó a un público fascinado a la vez que horrorizado ante los hechos sucedidos hace más de 48 años. Pero no solo por ello, sino por sus constantes discursos sobre sus motivos y la constante burla de los preceptos de la moral y de la religión. Solía asegurar que él es la representación del ser humano, de lo que todas las personas llevamos dentro pero que no decimos.
El 9 de agosto de 1969, varios discípulos de Manson irrumpieron en la casa de Sharon Tate en Los Ángeles, y asesinaron salvajemente a la esposa del Polanski a punto de dar a luz y a otras cuatro personas.
Al día siguiente, miembros del grupo mataron al matrimonio formado por Leno y Rosemary LaBianca en su casa también en Los Ángeles.
Paradójicamente, Manson no cometió materialmente ninguno de los crímenes por los que fue condenado. Su capacidad de manipulación y control sobre otras personas fueron suficientes para instigar a los miembros de su clan a cometer los asesinatos.
En 1971, Manson fue condenado a muerte por conspiración para matar.
Pero la Corte Suprema de California falló en 1972 que la pena de muerte era inconstitucional y la sentencia se cambió a cadena perpetua con posibilidad de optar a libertad condicional.
Según las autoridades penitenciarias, durante sus cuatro décadas en prisión, Manson se mantuvo incorregible, no mostró arrepentimiento y se vio envuelto en numerosos problemas por mal comportamiento.
Charles Miller Maddox nació el 12 de noviembre de 1934 en Cincinnati, Ohio. Posteriormente heredó el apellido Manson de su padrastro, William Manson.
Él siempre contaba que su madre, Kathleen, tenía apenas 16 años cuando él nació y que era alcohólica y prostituta. Sin embargo, según Jeff Guinn, autor de «La vida y los tiempos de Charles Manson», esto no fue exactamente así, aunque sí es cierto que Charlie creció en un entorno de pobreza y dificultades económicas.
Al parecer tenía un alto coeficiente intelectual pero era incapaz de leer o escribir correctamente y pasó los primeros años de su vida en diferentes reformatorios.
Según el testimonio de una hermana, una prima y conocidos de infancia, Manson dejó ver tendencias violentas desde su infancia más temprana. El escritor Guinn cuenta cómo Manson, con 6 años, reclutaba a sus compañeros más ingenuos, generalmente niñas, para que atacaran a otros estudiantes que no le caían bien.
Después, Manson juraba ante los adultos que los niños actuaban por su cuenta y que él no era responsable de sus acciones. Una estrategia que guarda triste similitud con su forma de actuar en los crímenes de 1969.
Sus acciones en prisión no fueron precisamente ejemplares, tanto así que le negaron por más de 20 veces la libertad condicional. Una vez ya encarcelado, a diferencia de algunas de sus discípulas que sí expresaron arrepentimiento y culparon a las drogas de lo ocurrido, Manson no cambió su actitud.
Sin embargo, siguió atrayendo de forma casi enfermiza la atención de mucho.
Incluso en 2014, ya con 80 años, estuvo a punto de casarse con Afton Elaine Burton, una joven de 26 años que se trasladó a California para estar más cerca de él y que lo visitaba fielmente durante siete años.
El revuelo causado alrededor de su muerte es una muestra más del magnetismo que, para bien o para mal, ejerció Charles Manson sobre una sociedad que pareciera obsesionada con los asesinos en serie.