El general Qasem Soleimani, emisario de Teherán para asuntos iraquíes, y un líder pro-iraní en Iraq fueron asesinados en una incursión estadounidense en Bagdad, ordenada por el presidente Donald Trump, tres días después de un asalto inédito de la embajada de Estados Unidos por manifestantes pro-iraníes.
“Abu Dabi y Riad están muy preocupados por los acontecimientos en Iraq durante el fin de semana, y temen que Irán responda contra las fuerzas estadounidenses presentes en su territorio”, explicó Andreas Krieg del King’s College de Londres. Antes del asesinato del general Soleimani, Estados Unidos acusó a una facción iraquí pro-Irán de estar detrás del ataque en el que murió un subcontratista estadounidense y soldados estadounidenses en Iraq resultaron heridos.
En represalia, Washington realizó ataques el domingo, matando a 25 combatientes proiraníes. Los partidarios de estos últimos manifestaron su ira y atacaron la embajada de Estados Unidos en Bagdad.
“Aunque todos los países del Golfo condenan el ataque de Irán contra la embajada de Estados Unidos en Bagdad, ninguno de ellos quiere correr el riesgo, en este momento, de ser arrastrado en esta espiral de violencia”, opina Andreas Kreig. Emiratos Árabes Unidos, aliado de Estados Unidos y Arabia Saudita en su rivalidad contra Teherán, fue el único país del Golfo que reaccionó.
En Twitter, el ministro de Estado, Anwar Gargash, pidió “sabiduría y medidas”.
“Es una enorme escalada en una región ya inestable que no puede permitirse más tensión”, tuiteó por su parte Jaber al Lamki, un responsable de comunicación del gobierno de los Emiratos Árabes Unidos. Momento temido Arabia Saudita, que no reaccionó, y los Emiratos “deben preocuparse (…) por los riesgos para su sociedad y su economía”, afirmó Sanam Vakil, especialista del Golfo en el centro de reflexión británico Chatham House.
En los últimos meses se han intensificado las tensiones en la región, con ataques de petroleros en las aguas del Golfo atribuidos a Irán, que lo niega.
Los aliados de Irán tienen la capacidad de atacar las bases estadounidenses en el Golfo, los petroleros y los buques en el Estrecho de Ormuz o atacar directamente a los aliados de Estados Unidos.
Después de la muerte del general Soleimani, Irán llamó a la “venganza”, una amenaza transmitida por sus aliados regionales, como los paramilitares iraquíes de Hachd Al Shabi, el movimiento chiíta libanés Hezbolá o los rebeldes yemenitas hutíes.
“Se trata de ese momento que los analistas temían, donde los aliados de Irán en la región serán llamados a movilizarse y a apoyarlo”, observa Vakil.
Estas alianzas, que siguen siendo “bastante distintas entre ellas”, podrían “Iránconectarse entre sí de manera transnacional”, afirma. Para Vakil, “el objetivo más fácil” es Iraq, donde Irán es más influyente. Según los observadores, ni Irán ni sus rivales árabes del Golfo tienen interés en un conflicto abierto en el Golfo.
Fuente: El Comercio – Nota completa: LINK