Zuma, debilitado por un escándalo de desvío de fondos públicos, anunció en un discurso televisado a la nación que había llegado «a la decisión de dimitir como presidente de la República a efectos inmediatos, aunque estoy en desacuerdo con la dirección de mi organización».
«Debo aceptar que mi partido y mis compatriotas quieren que me vaya» dijo Zuma. Con el país pendiente de que Zuma aclarara su futuro, la policía allanó el miércoles en la mañana la casa en Johannesburgo de la polémica familia Gupta, en el centro de los escándalos que involucran al presidente.
El operativo se realizó en el marco de las investigaciones sobre el supuesto tráfico de influencias y desvío de fondos públicos de un grupo de empresarios muy cercanos al presidente Zuma. Después de varias semanas de fallidas negociaciones con Zuma, que hundieron al país en una importante crisis política, la dirección del ANC decidió el martes exigirle que deje el poder lo antes posible.
El Comité Ejecutivo del partido oficialista (NEC) «decidió (…) sacar al compañero Jacob Zuma», anunció el secretario general del partido Ace Magashule, horas después de una reunión maratónica que reflejó las divisiones al interior del ANC.
Cyril Ramaphosa, que asumió en diciembre el liderazgo del ANC, buscaba la salida de Zuma, salpicado en varios casos de corrupción, con el fin de evitar una catástrofe electoral en las elecciones generales de 2019.
En principio, el mandatario sudafricano no tenía ninguna obligación constitucional de respetar la decisión del NEC. Pero, al negarse a acatar la orden de su partido, la ANC podía presentar una moción de censura ante el Parlamento.
Fuente: El Telégrafo