En México no se habla de otra cosa: Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos, el país con el cual se comparten 3,185 kilómetros de frontera; un lugar donde prácticamente todos los mexicanos tienen algún familiar o conocido; un territorio al cual varias generaciones han emigrado en diversas condiciones.

Antes de que abrieran los mercados, el peso mexicano ya se devaluaba con la noticia. Superó las 20 unidades por cada dólar estadounidense, es decir una marca histórica y caída mayor al 10% en pocas horas.

Funcionarios del gobierno intentan calmar ánimos desde temprano: el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, ofrecieron un mensaje conjunto mientras la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, estuvo en los noticieros televisivos de la mañana. Meade y Carstens insistieron en que el país tiene estabilidad económica para reaccionar ante el nuevo contexto estadounidense.

“México está en una posición de fortaleza para enfrentar el nuevo entorno. En efecto nuestro país goza de estabilidad macroeconómica”, afirmó Meade en una breve conferencia que duró unos siete minutos y no tuvo espacio para preguntas de la prensa. También admitió que podrían ordenar ajustes a la política monetaria: “Tomaremos las medidas que sean necesarias”, dijo. Ruiz Massieu se presentó en las primeras rondas informativas de la cadena Televisa y aseguró que no está preocupada sino “ocupada en buscar una agenda de trabajo con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial”. Agregó que en meses previos ha mantenido “diálogo con el equipo de transición” del ahora presidente electo.

El mandatario mexicano Enrique Peña Nieto, quien generó polémica al invitar a Trump durante la campaña electoral y recibirlo con honores, se pronunció ahora con cuatro mensajes desde su cuenta en Twitter. “El pueblo estadounidense ha elegido a su próximo Presidente”; dijo primero. Después felicitó a Donald Trump y reiteró “la disposición de trabajar juntos a favor de la relación bilateral”.

En sus siguientes dos tuits, remarcó que “México y EUA son amigos, socios y aliados” y confió en seguir “estrechando lazos de cooperación y respeto mutuo”. Analistas y expertos, tanto conservadores como progresistas, lamentan el resultado de las elecciones en el país vecino. “Los Estados Unidos han elegido a un psicópata”, dijo el escritor Enrique Krauze y el académico Lorenzo Meyer alertó que “el problema no es #Trump sino el #trumpismo.

Conviene entenderlo en su raíz, pues eso es lo que nos va a seguir afectando”. Entre los ciudadanos no se observa el mismo nivel de preocupación por el triunfo del candidato republicano que prometió construir un muro a lo largo de la frontera (que en la actualidad ya tiene extensos tramos amurallados). “Todos nos chingan igual”, dicen dos señores mientras compran un café para arrancar el día. Son muchos los mexicanos que no confiaban en Hillary Clinton porque pertenece al mismo partido de Barack Obama, quien prometió una reforma migratoria pero al llegar a la presidencia traicionó al voto latino: en seis años marcó el récord histórico de deportaciones, más de tres millones de personas expulsadas de aquel país.