No cabe duda de que las empresas competitivas requieren un mayor nivel de exigencia en sus ejecutivos. Además de demandar habilidades teóricas y prácticas en ellos, hoy en día, la habilidad humana en la alta dirección es imprescindible. Y una de las prácticas modernas para cubrir esa brecha se da gracias a la puesta en acción del coaching ontológico.
La palabra coaching significa entrenamiento y viene generalmente del ámbito de los deportes; y la ontología es parte de la filosofía que se define como la ciencia del ser. Es decir, literalmente, el coaching ontológico significa entrenamiento en el ser y, actualmente, es llevado a la práctica en las organizaciones para manejar equipos de alto rendimiento.
En una empresa moderna e inteligente no basta únicamente con conocer de finanzas corporativas o de valorar las acciones en las bolsas de valores, sino también de ayudar a las personas a desarrollar su potencial. Gracias al coaching ontológico se puede descubrir la toma de conciencia que esto implica. Por ejemplo, cada persona tiene las respuestas a todas sus preguntas; cada uno tiene dentro sus propias opciones y alternativas, y el coach es un agente catalizador que ayuda a sus ejecutivos a encontrarlas y, sobre todo, a visualizar el camino para cumplir con sus objetivos. Esto marca una diferencia abismal en los líderes del momento, pues, además de otorgarles poder, permite distinguirse como para salir en la portada de alguna revista como el ‘ejecutivo del año’.
Todos los ejecutivos organizacionales, indistintamente de su preparación académica o experticia laboral, se crean en el tiempo modelos mentales que forman parte de su existencia y se manifiestan en cualquier ámbito de la vida, condicionando sus percepciones. Sobre esas percepciones habrá interpretaciones y éstas, a su vez, definirán acciones. Ante esto, el papel del coach dentro del modelo ontológico es ser un observador de ese ser y, de acuerdo con el sentido que le dé a una situación determinada, deberá actuar de una u otra manera.
Finalmente, el coaching ontológico y su práctica se centran en el desarrollo del liderazgo personal, permitiendo llevar de una mano acertada a los equipos de trabajo, no sólo en el ámbito laboral o grupal, sino también en su propia vida, con el objetivo de desarrollar un mayor potencial en los trabajadores, y lograr en ellos mayor productividad. Hay líderes formales que son aquellos que trazan objetivos y buscan resultados. A cambio, el coach se orienta y focaliza en desarrollar mayor poder de acción en el ámbito individual, grupal y organizacional.
El coach u observador debe tener experticia en tres factores importantes:
1) Factor corporal: solo se puede observar lo que nuestra biología permite, y consiste en conocer el lenguaje corporal de los demás, en su deseo de expresión, y en utilizar un lenguaje adecuado para transmitir confianza.
2) Factor emocional: se debe aprender a entrar en control con las emociones de los demás y, sobre todo, con las emociones personales, pues la emocionalidad predispone a observar y a actuar de diferentes maneras y de una forma acertada.
3) Factor del lenguaje: las palabras adecuadas construyen realidades. El lenguaje contiene la posesión de lo observado a través de nuestros juicios y así se le da sentido construyendo narrativas que los demás desean escuchar. El lenguaje asertivo debe ser parte de la vida como un principio, así como la educación, el respeto, la generosidad, al igual que saludar y decir gracias.