La Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) insistió en que el mayor peligro que representa el huracán Florence será "la tremenda cantidad de agua" que descargará a su paso por Carolina del Norte, del Sur y Virginia, en la costa este de Estados Unidos, a donde empieza a llegar hoy.

EFE

En su último informe, el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) informó que la tormenta se ha debilitado a un ciclón de categoría 2 en la escala Saffir-Simpson, de un máximo de 5, con vientos máximos sostenidos de 175 kilómetros por hora, aunque su tamaño se ha ampliado y sus primeras bandas ya empezaron a afectar a la costa.

Las autoridades estiman que las lluvias torrenciales provocarán que el agua se acumule entre 2 y 3,5 metros en las zonas de mayor impacto, según detallaron los responsables de FEMA en una conferencia de prensa.

«Esta es una tormenta muy peligrosa, y se conocen como desastres porque rompen cosas. Las infraestructuras van a ser destruidas, los sistema de energía van a caer y puede que lo hagan durante días o semanas», alertó el administrador de FEMA, William «Brock» Long.

Ante esta situación, la agencia tiene previsto un plan de emergencias para socorrer a las comunidades de la costa «una vez que pase la tormenta», puesto que como explicó Long, el objetivo será centrarse en «la línea vital», es decir, reparar los daños sufridos en sistemas de transporte, de comunicación y de energía.

En su avance por el Atlántico hacia la costa de EE.UU., de la que ya solo le separan menos de 450 kilómetros, Florence ha ralentizado su velocidad, lo que generará una descarga de agua en las mismas zonas durante un mayor tiempo.

Además, el aumento de su tamaño extiende el alcance de sus vientos unos 128 kilómetros desde su centro, mientras que las tormentas pueden llegar hasta los 320 kilómetros.

«No esperamos que Florence toque tierra antes de 36 horas, es decir, el viernes por la tarde o incluso el sábado debido a que se mueve lento. Precisamente, esto hace que estemos preocupados por el agua acumulada», añadió el secretario de observación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), Neil Jacobs.

Por el momento, más de un millón de personas han sido evacuadas de las costas de Las Carolinas y el resto de la población se prepara para la tormenta haciendo acopio de víveres y protegiendo sus hogares de los efectos del huracán.