El presidente interino de Brasil no ha perdido tiempo para tomar decisiones controversiales con el fin de hacerle frente a la recesión económica.
Como se esperaba, anunció un recorte de gastos que incluye la eliminación de miles de empleos públicos. Además dijo que se hará una auditoría a los programas sociales de ayuda a los pobres.
El objetivo es volver a encauzar la economía brasileña y por tanto se plantea un paquete de ajustes duro, con medidas difíciles, que se enfocan en dos frentes: la reducción del gasto y el aumento de los ingresos vía impuestos.
En Ejecutivo pretende auditar las cuentas del equipo anterior para que sobre esa base anunciar un plan de acción más concreto.
El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, postergó la divulgación de sus propias medidas de ajuste hasta tanto conozca el estado en que recibe el país y sus cuentas públicas. Meirelles no descarta que temporalmente se aumenten los impuestos o se creen nuevos.
La prioridad es reducir un abultado déficit fiscal y disminuir la deuda pública.
Temer dice que va a poner la lupa sobre los gastos estatales, como los populares programas sociales Bolsa Familia y el Minha Casa Minha Vida, que según nuevo ministro de hacienda pueden ser optimizados. Otro recortes incluye disminiuir el número de funcionarios. En el nuevo gabinete se marcó la pauta: pasó de 32 ministerios a 23.
Entretanto, el descontento se sigue sintiendo en las calles donde se organizaron protestas en varias ciudades del país.