En la actualidad, existen pruebas rápidas no tan precisas y otras que demoran más pero son más certeras. El Equipo de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) analizó y comparó estas pruebas.

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La detección del coronavirus es una de las dianas en las que hay que acertar para luchar de forma efectiva contra el virus y la enfermedad que provoca.

En la actualidad, hay pruebas rápidas no tan precisas y otras que demoran más pero son más certeras. El Equipo de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) analizó y comparó estas pruebas.

Al realizar este trabajo comprobó que la prueba rápida identifica la generación de anticuerpos debido a la patología, pero la prueba requiere al menos siete días de contagio para funcionar.

Según los científicos, ese es el gran problema de la prueba rápida: el individuo puede estar con el virus, pero si no lo ha tenido durante siete días sus defensas no han generado sustancias detectables por medio de una prueba rápida.

En resumen, la prueba rápida solo identifica que una persona estuvo en contacto con el virus, pero a partir del séptimo día, y, además, no identifica si el virus sigue o no en el organismo.

En realidad, las pruebas rápidas detectan la presencia de anticuerpos que el ser humano desarrolla ante un microorganismo invasor.

Es decir, si el individuo estuvo o no en contacto con un agente infeccioso como el coronavirus. La otra posibilidad y más efectiva es una prueba molecular, de mayor sensibilidad y especificidad, pero que requiere mayor tiempo para conocer el resultado.

En experiencias pasadas para el diagnóstico de enfermedades por coronavirus, como el síndrome agudo respiratorio severo (SARS, 2002) o el síndrome respiratorio severo de Medio Oriente (MERS, 2012), no se implementaron pruebas rápidas, se optó solo por ensayos moleculares.

Sin embargo, el número de casos no fue tan grande, estuvieron lejos de ser pandemia. Por otro lado, la prueba rápida se recomienda cuando la transmisión comunitaria es sostenida, para vigilar e investigar el comportamiento de la enfermedad, no como detección oportuna ni para definir estrategias de salud pública en el manejo de la epidemia.

En cambio, la prueba molecular, realizada en laboratorio, se aconseja para la detección del coronavirus en pacientes con alto riesgo de desarrollo de formas graves de la enfermedad.

Otro grupo idóneo para esta prueba específica es el personal sanitario expuesto, que presente síntomas de la patología. El equipo de análisis de la PUCE, integrado por el patólogo clínico Santiago Escalante, la ingeniera en biotecnología Andrea Manzano y el microbiólogo Andrés Zabala, concluye que un resultado negativo en una prueba rápida de covid-19, pero con alta sospecha clínica, debe comprobarse con una prueba molecular.

Sin embargo, para la correcta aplicación de pruebas moleculares es importante tomar en cuenta: que las condiciones sean adecuadas, es decir: toma, transporte, conservación e inactivación de las muestras, para evitar pérdida de tiempo y recursos en muestras inadecuadas; que los laboratorios estén certificados y cuenten con adecuada infraestructura física y equipos, así como personal capacitado.

La OMS solo recomienda hasta el momento el uso de pruebas moleculares para la detección de pacientes con covid-19. Este organismo lo hace para asegurar un oportuno tratamiento, ya que la falta de pruebas rápidas con alta sensibilidad ocasiona una deficiencia en la identificación de infectados y los falsos negativos pueden convertirse en transmisores del virus.

Fuente: El Comercio-Nota Original: LINK