La violencia carcelaria es el reflejo de la infiltración del narcotráfico en diferentes esferas del poder del Estado. Mario Pazmiño, exdirector de Inteligencia del Ejército y experto en seguridad, explicó que lo que ahora se vive es reflejo de la penetración en el Gobierno, la fuerza pública y la justicia.

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En Notimundo al Día, Mario Pazmiño, exdirector de Inteligencia del Ejército y experto en seguridad, fue enfático en asegurar que el Gobierno debe tomar cartas en la situación violenta que se produce en las cárceles y se traslada a las calles. Para esto, dijo, es necesario erradicar el narcotráfico, «que es lo que alimenta y oxigena a estas estructuras delictivas».

Pazmiño dijo que para lograrlo es necesario bloquear el ingreso y salida de la droga del país, con acciones como la reestructuración de fuerza de tarea conjunta de Esmeraldas, a propósito del estado de excepción decretado por el presidente Guillermo Lasso para reducir los índices de criminalidad. Asimismo, señaló que se debe militarizar los puertos y aeropuertos, de forma temporal, para combatir al crimen organizado en el territorio nacional. «Si seguimos con este estado de decepción, no de excepción, lo que tendremos es estas acciones parches que dejan espacios para que la delincuencia pueda migrar por horas a otros sectores», apuntó.

Para el experto, el narcotráfico es la variante más importante en la violencia y criminalidad que se vive en Ecuador, aunque también existan variantes que lo fortalecen. Pazmiño explicó que el 37.5 % de la droga que se produce en Colombia (cerca de 700 toneladas), ingresa por Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos. Esas descomunales cantidades se dirigen a los centros de acopio que se ubican cerca de las plataformas internacionales de distribución.

Aquí precisó que solo por Guayaquil sale el 52% de la droga, mientras que por Manabí sale el 35%, según el sistema de inteligencia de Colombia.

Según Pazmiño, la crítica situación carcelaria que atraviesa el país se debe a que las organizaciones criminales «están mutando a carteles de primera generación o micro carteles», como es el caso de Los Choneros, Tiguerones y Lobos. «Estos van a tratar de mantener un espacio territorial muy riguroso, a sangre y fuego», añadió. Sostuvo que el control no se busca solo en las calles sino al interior de los centros penitenciarios, lo que ocasiona el conflicto y se desata la violencia de la que la sociedad es testigo.

Pazmiño recalcó que para que el crimen organizado se instale en el país debe penetrar tres estamentos: el gubernamental, a través de campañas políticas; el de control, mediante la compra de elementos que faciliten información de operativos; y el de los operadores de justicia, corrompiendo la función del Estado para cumplir su cometido.

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