Hernández, columnista del diario El Tiempo y corresponsal en Colombia de El Mundo, de España, aseguró que los días en que estuvo en manos del Ejército de Liberación Nacional (ELN) no cambiaron la percepción que tiene de esa guerrilla, que también secuestró a los periodistas Diego D’Pablos y Carlos Melo, de Noticias RCN.
«Sigo pensando que con el ELN lo único que habría que negociar son beneficios judiciales para la cúpula, desmovilización colectiva de la tropa y nada de negociar el país con ellos porque no me parece que tengan nada que aportar, sigo pensando exactamente igual», afirmó en la entrevista en Bogotá.
La periodista contó que durante su secuestro en la región del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander, limítrofe con Venezuela, pudo hablar de política con los guerrilleros que la vigilaban, quienes le decían que «ellos estaban en armas defendiendo al pueblo» y les percibió «muchas rabias» por el abandono estatal.
«Sí vi mucha rabias, muchos resentimientos (…) y un convencimiento de que no van a entregar las armas y que ellos son necesarios en esa zonas para defender al pueblo», dijo, y añadió que ya les ha escuchado muchas veces que las armas «en esa zonas no las van entregar».
Fiel a su estilo directo, Hernández relató que cuando pudo hablar con sus captores reafirmó su idea sobre el ELN, al que definió como «una organización como jurásica» que tiene en sus filas a menores de edad, de 16 y 17 años, como algunos de los encargados de vigilarla.
«Yo les dije: os voy a seguir dando palo (…) yo no entiendo nada de lo que ustedes están haciendo», en referencia a la lucha armada que ya dura más de medio siglo.
Con relación a su secuestro, ocurrido cerca de la localidad de El Tarra, aseguró que le pareció «un error absurdo del ELN» y algo «estúpido» pues no sacaría nada con eso.
«Yo le decía eso al comandante: ‘no entiendo qué están haciendo ustedes, se están equivocando (…) no entiendo cuál es el objetivo de esto’, nunca lo entendí y nunca me lo explicaron», afirmó la periodista, quien a pesar de la situación, nunca temió por su vida.
«No, yo no estuve preocupada la verdad en ningún momento» contó, y aseguró que más bien fueron unos días «muy aburridos» en los que devoró un libro que llevaba y no hacía más que esperar la noche para que la movieran de un lugar a otro.
«Desde temprano hasta el caer la tarde que nos cambiábamos de sitio (el día ) es esperar, mirar al techo o mirar al cielo, es esperar, esperar, esperar, sin hacer absolutamente nada», relató.
Esos movimientos nocturnos para que el Ejército no los encontrara «eran varias horas o en mula o caminando, o en lancha o en moto, lo que fuera cambiando a otro sitio, al siguiente».
«Un día, de hecho tuvimos que salir corriendo porque (los guerrilleros) sintieron los helicópteros muy cerca, entonces salimos corriendo y nos tuvimos que esconder en un cocal (cultivo de coca) y estuvimos ahí unas horas hasta que ya nos fuimos para otro lugar», afirmó.
Según contó, además de los helicópteros también sintieron cerca el avión fantasma, una aeronave militar con sistemas de inteligencia electrónica «que ellos llaman ‘la marrana’ y nos teníamos que meter debajo de algo para que no nos fotografiaran».
Hernández relató a Efe que después de terminar el libro «aburridísimo» que llevaba, el comandante guerrillero le dijo que le iba a regalar «Las venas abiertas de América Latina», de Eduardo Galeano, pero estaba tan enojada con la situación que lo rechazó.
«Me dio tanta rabia y le dije: ‘ah no, esa basura no’, entonces por idiota pues me quedé sin él».
La periodista era vigilada todo el tiempo por entre tres y ocho hombres armados con fusiles y pistolas, y dijo que aunque los guerrilleros rasos no sabían de quién se trataba, los dos comandantes sí «sabían perfectamente quién era yo» y de sus críticas a la lucha armada y al proceso de paz, e incluso uno de ellos la había escuchado en las tertulias del programa «Hora 20» de Caracol Radio.
Agregó que como la guerrilla le había quitado las memorias electrónicas que llevaba, a uno de los comandantes le sorprendió el material periodístico que encontró en ellas, en especial un artículo con duras críticas al jefe máximo del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, alias «Gabino».
«Vio un escrito y dijo: ‘he visto un escrito durísimo contra ‘Gabino’, eso es de usted’ y dije: pues no ha visto más que el primero, vea más y ya verá», narró con su habitual desparpajo.
Hernández contó además que en esos lugares remotos la guerrilla escucha la emisora del Ejército colombiano porque «es la que tiene más potencia en esos montes» y porque «lo que quieren es escuchar vallenatos, escuchar música».
En referencia al comunicado divulgado anoche por el ELN en el que ese grupo dijo «lamentar» el secuestro de los tres periodistas, que atribuyó a una «imprudencia» por ir al Catatumbo, Hernández afirmó que es «de un cinismo atroz».
«No fue ninguna imprudencia, es decir fue una imprudencia porque un reportero siempre es algo imprudente, pero ir allí no es ninguna imprudencia. Ese territorio es Colombia, luego no es de ellos, no es una república independiente del ELN», sentenció.